lunes, 21 de mayo de 2012

Secretos

De entre aquellos ojos café y esa sonrisa imperfecta, salieron aquellas palabras tan realistas. Pocas palabras de aquella inequívoca cabeza cubierta de pelo café, tan café como el tronco de un árbol. Cuatro palabras, totalmente envueltas de significado, analizadas una y otra vez hasta el cansancio. Aquellas palabras fuera de esa cabeza tan inteligente. “¿No lo estamos todos?”

Y el sabía exactamente a que se refería, más una y otra vez lo trataba de ignorar. Era ese sentido de pertenencia, esa voz interna que le indicaba lo que el creía correcto. Ese ángel sobre su hombro derecho eternamente peleado con el diablo sobre el hombro izquierdo. Era esa contestación lo que ella siempre escuchaba, aquellas dos palabras que cualquiera tomaría como un completo avión aquel “No sé”

Que ella veía como una indisposición a llevar una discusión. Como siempre lo había sido, silencioso con tal de nunca discutir. Responsable ante todos, mas respetuoso de lo que ella creía necesario. Y nunca lo había visto en una pelea, muy rara vez enojado. Curiosamente era algo que ella siempre trataba de sacar. Esa furia encadenada detrás de sus verdes ojos, aquella curiosa gota de sudor descendiendo lentamente desde su frente con el pelo gris y negro desmarañado lo cual le daba al menos unos cuantos años mas sobre los veintidós que en verdad tenía.

El la veía directamente a los ojos, no perdía un solo detalle de todos los lugares que su mirada visitaba. Sin embargo su mente pensaba en que decir, en como contestar lo que ella diría siempre. Aquellas palabras inevitables de entre su sonrisa malvada. Aquel significado escondido de entre tan suaves palabras. La razón de porque nunca la dejaría ir.

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