jueves, 9 de febrero de 2012

El Fenix

Esperemos que la noche se ilumine, el horizonte de luces se llene y en la tierra y en los cielos ardan los caminos. No hay ningún camino por el cual salir, encerrado en un cuarto. Cuatro paredes a mi alrededor, pintadas de color azul. Ni existen ventanas ni puertas. Un piso blanco cubre el suelo, lleno de sangre que no es mía. No queda ni un alma mas en el salón.

No veo a nadie a mi alrededor, me he quedado solo en esta gran habitación. Se extiende infinitamente un suelo de mármol bajo mis pies, los cuadros intercalados de blanco y negro miden mas de un par de metros cada uno. Mármol de Rosa Aurora, columnas de granito y un candelabro de aproximadamente 3 metros de majestuosa belleza cubren el centro del cuarto. Tanta belleza y no hay con quien disfrutarla. La vida majestuosa y nadie con quien acompañarla.

Se escuchan voces a lo lejos, vienen por mi. Me llevaran lejos de aquí, a un futuro mejor. En un lugar abierto y despejado, con todos los caminos quemados. Se ven llamas en el horizonte, de todos los puentes que he quemado. Mis alas se han quemado. Los campos de cenizas se han llenado.

Pero algún día, el ave renacerá. De las cenizas el vuelo retomara y yo tan solo espero, que los caminos que he quemado alumbren sus noches.

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